“El Perú es un organismo enfermo, donde se pone el dedo salta la pus”
“El Perú es un problema, pero también es, sobretodo, una posibilidad”
“El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”
“El Perú es un burro cargado de plata”
“El Perú es un burdel y todo el mundo lo sabe”
“El Perú no es un burdel, los burdeles son lugares muy bien organizados”
“El Perú es una cojudez”
Para hacer un estudio serio de la Cojudez Peruana debemos comenzar por establecer la diferencia que existe entre “el” cojudo y “lo” cojudo
Lo cojudo es la institución, el cojudo es la persona (si se puede llamar persona a un cojudo). Lo cojudo responde a realidades socio-económicas concretas, mientras que el cojudo hace las cojudeces por su cuenta, pese a que el riesgo lo corren los demás. Lo cojudo es permanente, pero el cohedo es transitorio. Lo cojudo esta por encima de la vida, mientras que el cojudo se acaba con la muerte. Lo cojudo pertenece ala esquemática nacional, frente al cojudo que es un problema familiar. Lo cojudo necesita un sociólogo; el cojudo precisa un medico. Mientras que lo cojudo es el arquetipo, el cojudo es la variante. Lo cojudo está, el cojudo es. Lo cojudo es un concepto, pero el cojudo es una vaina. Son, en consecuencia, dos mundos diferentes, aunque paralelos, que necesitan de estudio aparte para llegar la fondo, a la esencia misma de sus respectivas naturalezas. Macrocosmos el uno microcosmos el otro, satelite el cojudo de la cojudez, viven unidos como la tierra y la luna a través del tiempo, sin que nada pueda separarlos. Porque, sí bien los cojudos son mortales (a excepción del citado Abel, de Colón, de Job, de Sansón y otros personajes que se hicieron inmortales precisamente por cojudos), ocurre que los unos se suceden a los otros, como los puntos de una línea, hasta formar esa constante de la cojudez que se conoce como sicología nacional.
Ahora bien, entre lo cojudo y el cojudo hay un complejo mundo de cojudeces cuyos meandros (palabra que no viene de “orinar” como podría suponerse) llegan a todos los aspectos generales y particulares de la vida. Cojudo puede ser todo, absolutamente todo lo que nos rodea. Particularmente si limitamos nuestro horizonte al epicentro de la cojudez universal que es, modestamente, el lugar donde nos tocó nacer. Sin que esto involucre un reproche a nadie, por que los hijos no tienen el derecho de criticar a los padres, aunque uno viva cargando semejante cruz a cuestas.
La tarea fundamental de los profetas consistiría en hallar la salida para la contradicción insuperable entre los peruanos, formulada a los efectos de un planteamiento lógico.
TESIS: “casi todos los peruanos son cojudos”
ANTITESIS: “todos son cojudos, menos yo”
SÍNTESIS: “con los cojudos, ni a misa”
Luis Felipe Angell
En una encuesta de la Universidad Católica sobre los valores y exclusión social, la mayoría ha dicho
“el peor defecto de los peruanos es la impuntualidad”.
¿La impuntualidad es lo peor del país que permitió a Fujimori, reeligió a García y podría votar por la hija de Fujimori?
¿No es el cinismo?
¿No es el incivismo?
¿No es el desprecio por el prójimo?
¿No es el voluntarismo idiota
¿No es la vocación por la estafa?
¿No es el talento para la humillación y la agachada?
¿O sea que no somos ingleses y a veces se nos pasa la hora?
Los encuestados han mentido, corroborando las peores aprehensiones en torno a los valores que nos rigen.
La mendacidad es uno de los rasgos más nítidos de la sociedad peruana.
Aquí mienten desde Cipriani hasta el maestrito del Sutep.
Aquí se miente en declaraciones juradas (Allison dixit),
Aquí se miente en hojas de vida (señora Suárez por ejemplo),
Aquí se miente en discursos oficiales (García)
Aquí se miente hasta en el santo sacramento de la confesión
Una maravilla.
Así que la impuntualidad.
jueves, 17 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario